"El lector más gentil debería asumir, y si no lo hago yo, que a estos microrretratos que va a leer le quedan mil y una correcciones que soportar."
Francisco Luis Díez de Sijé
Francisco Luis Díez de Sijé llevaba media mañana ideando un sistema de detención de lapos en sopa servida en restaurante de plantilla mosqueada. Sabía que a nivel protoplasmático la célula de la saliva humana se... Murió de un infarto trece minutos después del rezo del Ángelus, una oración de origen franciscano en honor del misterio de la encarnación, según el Diccionario de la Real Academia Española. Nosotros la rezábamos en casa, ¿y ustedes? Pero volviendo al tema de Paco, su mujer ya se lo había advertido: “Como sigas dándole al salchichón entre comidas un día de estos te va a dar un...” A excepción de políticos y abogados, la mayoría de los humanos producen a diario un litro y medio de saliva aproximadamente. La saliva es rica en proteínas y entre sus funciones destacan la de putear y exterminar a los microbios que entran por la boca. Dicen que tiene valor predictivo, es decir, que se puede conocer a través de las sustancias química que contiene si la persona examinada fuma, está jodido en su trabajo, le hizo el amor a su pareja o tiene inclinaciones políticas nefastas.
Sloane Square
Dios mío, qué error, la mujer de sus sueños, ¡la Francia liberada!, le espera en Sloane Square, y él que no va a poder evitarlo, no. ¡Se ha puesto la camisa de segunda mano que compró el lunes y que huele a su abuelo, ese personaje bonachón que en 87 años de vida nunca le ha hecho daño a nadie, aunque tampoco ha hecho glorias dignas de ser destacadas en las tres líneas que nos quedan en esta cuartilla de lunes primaveral a las 7:11 de la mañana, tren Brighton Station – London Victoria Station. Sloane Square, línea de metro verde y amarilla. Dios mío, qué olor a..., a..., a... moriremos todos en Stalingrado, querido camarero.
The Covent Garden Academy of Flowers
Octogenario, su mujer le ha pedido que se siente junto a ella en el banco. La mira, apunta con las cafas al cielo de la capital de todos los universos -¡Bah, el mundo se acaba mañana mismo!- y declina la oferta. Cada tres minutos su pierna izquierda tiembla frenéticamente como la mosca imbécil ésa que perdió un ala... al soñar. “¡Pero venga, Mark, ven y siéntate a mi lado!”. No, no quiere entumecer el culo, porque prefiere demostrarle a su esposa que todavía puede, que aún quedan nazis sueltos en las playas de Normandía y alguien tiene que hacerse cargo. Y tú Jennie, te estás perdiendo esta épica. Sal de la tienda de una vez y ven a lanzarte al vacío conmigo, que yo también me follé a una docena de alemanes en 1944. Quiero que te sientas orgullosa de mi. Quiero que me ofrezcas un asiento. Y quiero que me coloques medallas de cinta tricolor en mi pecho de veteran herido, porque en esta vida de perros sarnosos solo hay tres cosas que valen la pena enumerar: la heroicidad, el amor y el puto fin del mundo.
Ente o Escritor Semiótico
De Dios nunca espera nada que no venga con lluvia estival. Sería más práctico quemarse en casa de Pedro Botero. Escribe esto a oscuras. Como adolescents saltando la ventana de las medianoche para ir a colarse en un bolo de Marc Bolan, algunas palabras se le escaparán de la cuartilla e irán a aparecer en las páginas de otras novelas que no tengan complejo de librería inservible. Algunas morirán a mitad de camino, o se engancharán a la heroína, o acabarán trabajando para American Express de 9 a 5, con plan de pensiones y programación televisiva incluidos. Otras -seguimos hablando de las palabras fugadas, of course-, a mitad de camino, se dejarán atrapar inocentemente para que la mano trampera pueda lucirlas como tatuajes semióticos que solo ella sabrá interpretar. “¿Pero qué significado tiene vuestro comportamiento indómito, queridas palabras vírgenes? La habéis cagado bien.”
Apollinaire Free Press
Apollinaire Free Press puede presumir de ser la única editorial que trabaja en la publicación de una revista de arte y literatura de corte progresista en un pub inglés de la extrema derecha. Solo así ha podido confirmar lo que ya se sabía desde aquel mayo cómico francés: la extrema derecha de litro y medio de cerveza a la media hora ya le está dando a la coca. Dos rayitas y dos pintas de Stella Artois dan para mucho, tanto como para recordar el dicho de ese famoso comandante de los paramilitares indonesios que protagonizaba una de las escenas del documental de Oppenheimer El Acto de Matar: “Tiene un conejo tan atado que ni las moscas encuentran hueco.” En Apollinaire Free Press encajamos con estoicismo de ave de corral los lapos de las camareras rubias de piel blanca.
En el Cementerio
Haberle mentido durante tanto tiempo fue ridículo. Tan pronto como abandonó su celda de Oxford Street, al pintor de brocha suave como una de Robert Ellis -”After we die and our bodies grow cold and they ain´t no one who knows a thing about the songs we wrote... ”- no le llevó ni tres pintas de Black Sheep Ale y dos petardos de Amber Leaf comprender que la mayoría de las guerras no se planean en ningún consejo de ministros occidental sino en las colas de los fotomatón de a cinco libras los cuatro retratos con cara de mala leche. “¿De veras que soy tan feo y amargado? ¿Para qué cojones habrá servido tanto sacrificio? ¿Será cierto eso de que en esta vida hay que ser primero cabrón y luego... cabrón?” El primer fotomatón cabronazo con cortinita y cola de espera fue patentado en Broadway por un tal Anatol Josepho en 1925. El caballero Josepho era un pobre emigrante siberiano que a los días de haber pisado Nueva York ya imaginaba que para triunfar en esta jodida vida de locas embrutecidas había que especializarse antes en el puteo como producto comercial. “Les voy a dar una máquina que les hará sentirse como una mierda”, que debió decirse el tipo todo desanimado. Luego vino la Guerra de Corea, la de Afganistán y la de Tottenham también.
Solo ya no lleva acento
Sara quería demostrarle a su madre que con dos pintas de Guinness en el estómago antes de enfrentarse a diario con la cuartilla en blanco todavía seguía siendo igual de prolífica como escritora. Se equivocaba, obviamente, y es que con una pinta y media la memoria ya le cojeaba y osea, lo escribía junto en vez de separado y... o... un momento, ¿osea va junto o separado? Por la noche, para rememorar tan ejemplar fracaso, se reunió con sus dos amigos Scott y Keith y la emprendieron con la birra barata, con taquitos de quetamina y canabis saleroso en el Centro Comunitario de Arte del 31 de la Queen´s Road, Brighton. Keith inauguraba una exposición al día siguiente y había decidido celebrarlo imaginando que dormiría en pleno coma etílico y de estupefacientes sobre en una cama invisible en el suelo sucio del local mil horas después. Scott extraería otro puñadito de queta quemada y a la hora de los hombres lobos y las mujeres sin nombre los dos combatientes restantes se le meterían en cinco tiradas minúsculas sujetándola con la punta de una llave dorada a un centimetre del hueco derecho de la napia conocido en términos anatómicos como... ¿cornete inferior derecho? Sara volvió a casa a las 05:47, hora del Meridiano de Greenwich. ¿Desde cuándo decía el DRAE que ya no era necesario escribir “solo” con tilde en la o? ¿Pasaría algo si ella la seguía usando con acento en sus novelas?
No me mientas
Nabokov le había comentado en Desesperación (por tres euros se pueden hacer ustedes con una edición decente de segunda mano en la página de ese famoso campo de concentración industrial alemán con sede en Leizpig) que, en caso de permitir que su novia -o peor aún, sus amigos de verdad- leyera el manuscrito que acababa de terminar, que procurara primero omitir que lo había escrito él. La cuestión era decir aquel charco de folios era el producto de la mollera creativa de un amigo o de algún colega del trabajo. Procediendo así, él escucharía la única crítica objetiva que merece la atención del conducto auditivo del lector: <<un coñazo, la dejé en el tercer capítulo.>> Como se ha asegurado en la última edición del tomo LXVII de Los Mejores Inventos del II Milenio, la mejor creación del XIX no fueron las Flores del Mar, sino la primera máquina de escribir comercial de Sholes, Glidder y Soule. Y es que ¡quién cojones va a reconocer nuestra letra ahora! Por otro lado, creo que ahora sí que entiendo a Vladimir. Se aficionó a la encoñación de lepidópteros porque buscaba otras alternativas, otras maneras de firmar su legado creativo.
Sucedáneos
Ni diez líneas le va a llevar admitir que escribiendo en Starbucks no se puede parir nada que consiga lamerle el sudor de la frente al Neal Casady de Leaving L.A. By Train at Night, High... Dios mío, quítate esa camisa de Yves Saint Fucking Logan y súbase la cuesta de la Bear Road hasta que se le salga el risotto orgánico y más que vegan por la boca. Luego siéntese en cualquier acera -no, ni se le ocurra ponerse la camisa otra vez-, saque las cuartillas y pruebe a ver si lo que va a soltar sobre la superficie sudada blanca aún le sabe a té de camomila. Otra cosa, Cassady se escribe con doble ese de solemne soplapollas_usted. Manda güevos. What hidden thing, glorious perhaps, is being assed and lost forever...
Honow - Alezanderplatz
Analizo de reojo su bastón. Caña mojada, seguro que de la región de Turingia -qué cojones sabré yo de maderas!-, regalo de sus nietos, o venganza de la señora esposa, como diciendo, siempre mirando hacia la alcantarilla más próxima: “Ya te queda poco, Klaus.” Vamos en la línea 5 del metro de Berlín, Honow – Alexanderplatz. De vuelta al hotel, mamados, tras previa visita a la tumba de Bretch en el cementerio de Dorotheenstadt en el distrito de Mitte, la tierra de los sueños amargados. Viejo de mierda, te has atrevido a golpear a mi hija con tu bastón cuando ella ha puesto un pie sobre el asiento contiguo. ¡Con lo cansado que estamos! ¡Qué cansados de la vida! Para suicidarse no hace falta matarse: vivir así es suficiente. Nadie se suicida solo, dice Panero, creo. Este viejo nauseabundo tampoco. ¡Pero qué cojones te atreves tú a tocar a mi hija! ¡A cuantos no tratarías tú así antes de deportarlos a Auschwitz! ¿Les azotabas en la espalda con ese bastón de Turingia antes de enviarlos dentro de la cámara?
Entre amigos
Cuando se suicidió se citó con su persona viva en una esquina vacía de la Limba. Se atravesaron con la mirada----------------------------------------------eso era incuestionable. Se rozaban la nuca con sus pupilas ámbar ya apagadas--------------------------eso era la muerte.
Ser obrero no es inusual
Presto Circus. Albañiles. Mediodía estival, hace calor, hace troncos bronceados desnudos que lucen tattoos diseño naborí. Tienen todo el derecho del mundo a criticarme. Me ven sentado en la terraza de un café para transeúntes de la vida. ¿Qué andara haciendo éste que no anda haciendo nada? Tienen todo el derecho, repito. Sí, en algún lugar recóndito de la razón más pérfida se les ha concedido ese privilegio que, según dicen los que aprobaron en primero de carrera la asignatura de retribución, alimenta a los roedores bípedos que nada han sabido aportar al dichoso devenir de la concordia entre especies. ¿Quién soy yo para negarles tal potestad especulativa? Nadie, nada, conjunto vacío, otra rata que también mira, critica y vuelve a fumar porque en 28 años de existencia preñada con cafés baratos y libros de segunda mano -aquí les presento un Gogol con una portada bicolor- solo ha sabido aportar una cicatriza en el pecho y una separación amistosa. ¿Quién soy yo? Otra migraña pésimamente tratada. ¿Quién? Aquel que limpia cuando amanecce los escaparates de la risa ajena.
Junio del 96
Humillado relegado bajé a segunda ahora juego en la división de plata de los escritores en paro y me coloca fumando y bebiendo café instantáneo en el único bar de medianoche que nos queda con servicio de ambulancia incluido los ven venir “Este no nos va a durar dos carajillos” pero sobrevivir de mala gana en una ciudad sin nombre ya no garantiza novelas una rubia francesa anoréxica bronceada con la crema 7 + del olvido me ha puesto en mi sitio “Antes, cuando yo llevaba barba, las mariposas de WHITMAN acampaban a sus anchas sobre mi rostro de juntaletras ido y las morenas de pelo rizado natural solían pedirme la hora. Mi editor creía en mí y yo imaginaba que me pedía capítulos por adelantado. Era” el fin del mundo un ocaso dichoso que siempre lo apuntalaban con un obituario de diez líneas en la prensa local “Era” otro estilo de vida una forma de Resistencia prolífica en cuanto al abuso de estilográfico de hoja con nómina se refiere la gente -¡ay esas siluetas con raybans de múltiples usos!- me veían escribiendo y a mí no me quedaba otra gilipolles debajo de la manga que imaginármelos aplaudiendo mis fracasos literarios ya por la noche cuando todos los gatos son bla, bla, bla... yo desplegaba sobre la superficie infertile de la mi cama de matrimonio la media docena de cuartillas que había rellenado cuatro horas tres cortados y seis copas de Four Roses Single Barrel antes mientras mi mujer me desnudaba contando los días y las peleas que le quedaban a ese mes de junio posiblemente del 96
Eso era
Cuando se suicidó se citó con su persona viva en una esquina desolada de la morada celeste. Se atravesaron con la mirada, eso era incuestionable. Se rozaban la nuca con sus pupilas amarillas ya apagadas. Eso era la muerte.